33 ANIVERSARIO DE LA RESURRECCIÓN DE MONS. LEONIDAS PROAÑO
Lo que le dijo Mons. Leonidas Proaño, en una carta dirigida a su amigo
Don Roberto Morales Almeida, con quien cofundaron el Diario La Verdad de
Ibarra.
La carta enviada desde la Ciudad de Riobamba dice
textualmente:
Riobamba,…10… de Octubre… ……… de 1954…
Sr. Dn.
ROBERTO MORALES ALMEYDA
Ibarra.
Mi inolvidable Profe, :
Cuánto
le agradezco por su cartita del 23 del pasado, por sus recuerdos y por sus delicados
sentimientos ¡… Oiga: lo que me ha costado también a mí y me siguen costando la
separación de Uds. Y eso que aún no se me hace
conciencia el hecho de que es una separación definitiva. A Ud. Particularmente
lo recuerdo con mucha frecuencia. Es que nos queríamos,
¿verdad? Y por esto sentí no verle en Ibarra, con motivo de mi viaje
relámpago a esa ciudad. Bueno, pues: cultivemos la amistad a la
distancia, hasta ver si Ud. podría ser la piedra angular de un Normal católico,
indígena, porque su sugerencia no se me aparta de la mente.
Me
pregunta que cuándo escribiré una Carta Pastoral sobre el indio?
… Cuando pueda, como Ud. lo dice, concretar un objetivo y plasmar en
obras mis sueños. No quiero aumentar simplemente la literatura sobre
el indio. ¿Para que? Cuando pueda decir: “Vamos a hacer esto en su
favor”, entonces escribiré. Creo que tardará ese día, pues el
problema del indio es complejo y formidable, y no hay cómo ni quiero darle
soluciones parciales. Si nos quejamos de la situación del indio en
otras provincias, ¿qué decir de su situación en la del
Chimborazo? Es para llorar. Visten de negro o de
gris. No presentan el colorido de los indios de
Imbabura. Tienen el aspecto sucio, repugnante. No
se lavan nunca. Caídos los pelos, con total descuido, por delante de
la cara, ya no les queda ni medio dedo de frente. Créame que, muchas
veces, no tengo en dónde hacer la unción en las
confirmaciones. Negros y carcomidos los dientes. El
acento de su voz parece un lamento. Miran como perros
maltratados. Viven… Señor ¡cómo viven¡ en chozas del tamaño de una
carpa, o como topos, dentro de huecos cavados en la
tierra. Explotados sin misericordia por los grandes millonarios de
la provincia, quienes, después de vender sus cosechas, se largan a Quito, a
Guayaquil, a las grandes ciudades de América o de Europa, a malgastar el dinero
exprimido de ese miserable estropajo que es el indio del
Chimborazo. Cuando los veo, siento oprimido el corazón y adivino lo
formidable que es el problema de su redención. Con un trabajo
minuciosamente planificado, completo, llevado a la práctica en todos los campos
con una tenacidad que no admita desmayos, será menester mucho tiempo y que
pasen algunas generaciones, para que se pueda sentir algún efecto
saludable. Y si no se hace nada, sencillamente este indio
desaparecerá poco a poco, sumido en la miseria física, económica, intelectual,
moral y religiosa. Calculan que existan aquí 160.000 indios; pero
estos miles de seres no son sino la miseria que se arrastra por los
páramos. En frase de una persona de aquí mismo, “los indios de
Imbabura son caballeros en comparación de los indios del
Chimborazo”. Yo quisiera dar al indio: conciencia de su personalidad
humana, tierras, libertad, cultura, Religión… ¿Cómo conseguirlo? Se me hace un
nudo en la cabeza; pero no quiero desanimarme. Cómo quisiera hablar
con Ud. largamente de este tema. Ojalá en las vacaciones de Navidad
me dé este gusto. Para esa época no será posible viajar a la
hacienda Matiaví –unas 30.000 hectáreas que estoy resuelto y ya autorizado a
parcelar entre la gente pobre-, porque el invierno en esas regiones situadas a
4.000 y más metros de altura hace imposible el acceso; pero, en todo caso,
podremos hablar, cruzar ideas, a ver si algo sale de esta preocupación en favor
del indio.
Efectivamente,
le envié una foto mía; pero, si no le han entregado, será porque alguien ha
querido guardársela. Así que le mando otra. Salude a su
señora. Para Santiaguito, una caricia. Lo mismo para sus
bebes. Cómo van los gemelitos? .
Acepte
los afectuosos recuerdos de su
amigo y servidor en Cristo Jesús,
¿Firma
y rúbrica de + Leonidas E. Proaño
Obispo
de Bolívar)